10 de setiembre de 2006

De Gabriel Peluffo

Antes que nada quiero agradecer a Enrique la colocación de este texto en internet, del cual estoy leyendo los comentarios que ha suscitado, que me parecen muy pertinentes. No solamente las opiniones a que da lugar el texto, sino más importante que eso me parece el hecho de que esas opiniones permitan un diálogo cruzado entre visitantes del sitio sobre asuntos de arte contemporáneo y se aporten datos interesantes como se hace con relación a Octaedro.
Lo que he leído, me motiva a plantear algunas aclaraciones breves, que pertenecen tanto al anecdotario de la industria editorial como al marco teórico en el que pretendí inscribirme.
1. Lo que me fue solicitado por el compilador del libro (Gerardo Caetano) titulado "Veinte Años de Democracia" publicado por editorial Santillana, fue un artículo de no más de cuarenta mil caracteres sobre el arte en los últimos diez años del proceso político uruguayo. Como me excedí, la solución negociada consistió en el absurdo de pasar a letra chica el excedente, razón por la cual hay casi tantos caracteres escritos en letra chica como los que tiene el texto básico del artículo. Digo esto para explicar las limitaciones iniciales de un trabajo que, por otra parte, no podía ser sino un ensayo de entrecasa, sin ninguna pretensión académica, ya que fueron descartados de antemano los criterios metodológicos y el rigor heurístico que exigiría un trabajo de esa naturaleza. Trabajo que aún no está realizado en el país, por lo que me parecen bienvenidas esas voces que lo reclaman, sobre todo si detrás de ellas hay sujetos dispuestos a llevar a cabo en equipo e interdisciplinariamente esa tarea.
2. Lo dicho arriba determina el carácter necesariamente conceptual y ensayístico de este texto. No es un trabajo de historia propiamente dicho, pero menos aún un diccionario de nombres, de eventos y de fechas. Es decir, no tiene carácter descriptivo. Los pocos nombres nombrados (valga la redundancia) no hacen sino brindar el soporte imprescindible a la línea ensayística del texto, están supeditados a ella. Esa línea es lo que verdaderamente me importa y me gustaría que se discutiera. Porque estoy totalmente de acuerdo en que hay infinidad de protagonistas de ese período que no están nombrados, ese no es el objetivo del trabajo. Sobre eso hay, como bien se dijo, un libro de Angel Kalenberg que se ocupa de hacer un recuento relativamente detallado de artistas y grupos. Pero el objetivo de un ensayo crítico como el propuesto, es poner en consideración una interpretación de los procesos culturales que, en estrecha relación con los acontecimientos políticos y sociales del período, condicionaron las grandes líneas de producción y pensamiento en el arte uruguayo de los últimos veinte años. Y hacerlo en cuarenta mil caracteres.
3. Una de las voces que opinan en la página dice que no se siente apta "para fijar en bronce nombres varios". Me parece muy sugerente esa frase, en lo que atañe a una interpretación de la historiografía como el lugar de consagración heroica de los nombres y el lugar de consumación de la propia historia. Es una noción errónea a mi entender, pero tremendamente extendida, que pone en el mismo plano los "combates por la historia" de Lucien Fevre con los "diccionarios de hombres ilustres" que ha creado la industria editorial. Aún cuando estuviéramos hablando de un texto de historia propiamente dicho -que como dije, no es el caso de éste-, es necesario tener en cuenta que la historiografía del arte más reciente, sobre todo la historiografía crítica latinoamericana (con autores como Andrea Giunta, José Carlos Durand, José Murillo de Carvalho, Mirko Lauer, Gustavo Buntinx, Nelly Richard, entre tantos otros) no se propone "pasar a bronce" a nadie, sino por el contrario, es una historiografía desmitificadora cuya sustancia está en la interpretación de los procesos artísticos y culturales como parte de los procesos políticos, sociales e intelectuales. Esto no quita que "los combates por la historia" no se diriman también hoy día en trabajos prácticamente monográficos, como el que Buntinx realizó recientemente sobre el grupo EPS Huayco de Perú, que es paradigmático como metodología crítica y documental.
4. Conviene recordar lo que Lucien Fevre solía entender por comprensión de la historia. Decía: "Lo que un historiador llama comprender no es clarificar, simplificar, reducir a un esquema lógico perfectamente claro, trazar una proyección elegante y abstracta, menos aún simplemente describir ciertos hechos. Comprender es complicar. Es enriquecer en profundidad. Es ensanchar por todos los lados. Es vivificar".
Me gustaría entonces que se discutiera acerca de lo que creo que es la parte medular y al mismo tiempo la más vulnerable de mi artículo; me refiero precisamente a la interpretación ensayada de los procesos del arte en la cultura postdictatorial. Creo que el texto deja planteadas preguntas (y no se propone darle respuestas), como por ejemplo:
- Cuál es el papel de la comunicación cifrada (o codificada mediante sobre-entendidos) durante la autocensura impuesta por la dictadura, en la configuración de un lenguaje alegórico propio del arte postdictatorial.
- Cuál es el papel del dispositivo fotográfico y audiovisual desde un análisis crítico de las gramáticas del poder. En este momento no me intersa tanto los nombres de los fotógrafos y de los videoartistas como su papel histórico-cultural, en tanto su lenguaje de rupturas, citaciones, y fragmentaciones de la imagen pueden leerse como recursos contrarios a la centralidad del poder y sus gramáticas hegemónicas.
- Cuál es el sentido de la parodia y de la simulación en el arte, con relación a los sentimientos de desarraigo, de extrañamiento y de nostalgia que pueden caracterizar la década de los ochenta.
- Cuál es la diferencia esencial entre el quiebre institucional de la cultura perpetrado por la dictadura, y el quiebre histórico en las formas de crear sentido en el campo del arte (esto teniendo previamente definido el concepto de "quiebre" como categoría historiográfica).
- En qué consistió la reinstitucionalización del campo del arte después de la dictadura, y cuáles son sus principales diferencias con la reinstitucionalización de ese campo experimentada en la década de los años sesenta.
Y como estas creo que pueden extraerse muchas otras cuestiones de fondo para investigar. Esa es la función de un ensayo.

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